tiembla extranjera,
has llegado a tu tierra
y solares bañados en sangre de plata
te reciben reclamando tu cuello,
una oleada de metal y paredes derruidas
decoran las calles de pobreza.
suena el timbre del horror,
abre la puerta y verás:
verás qué dientes te esperan,
qué vacío al entrar a casa.
mira eso, mamita,
un desconocido en la caseta
su aliento de perro arrima
con su hocico rancio
y esas manos hostiles
que te saludan el bolso
mientras incómoda esperas
la llegada del cielo aciago,
pero el cielo
no llega a las tierras perdidas:
donde antes había huerta
ahora hay humo y almas.
tiembla extranjera,
los efebos quieren enseñarte
cómo se esparce el barro en las oquedades
mientras apagan sus colillas en tus senos,
niños con navajas
y mártires que desfloran sus bocas
en esta primavera congelada,
- ¿de dónde vienes, extranjera?
- de mi tierra vengo,
pues bienvenida a la plata, hija de puta.
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