jueves, 30 de diciembre de 2010

ce

si no sigo la regla del juego
los demás me juzgarán.

y a mi enfermedad
la llamarán:
locura.

¿por qué el espejo de mi alma
son los ojos de los otros?

no he visto cementerio más hermoso,

la figura del ángel exterminador protegiendo
los cuerpos sin vida con su espada
y sus alas abiertas. tan cruel.
y el mar al fondo,
de tan grises pupilas, imitando al cielo.

allí soplan las almas.

más tarde se puso a llover
y empecé a rodar colina abajo.

Atardecer en el paseo de Karl Johann (Munch)

martes, 28 de diciembre de 2010

Hombre con perro (Francis Bacon)

Las elegías de Duíno (Rilke)

Primera elegía

¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes
angélicas? Y aun si de repente algún ángel
me apretara contra su corazón, me suprimiría
su existencia más fuerte. Pues la belleza no es nada
sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces
de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente
desdeña destrozarnos. Todo ángel es terrible.
Así que me contengo, y me ahogo el clamor de la garganta
tenebrosa. Ay, ¿quién de veras podría ayudarnos? No
los ángeles, no los hombres, y ya saben los astutos
animales que no nos sentimos muy seguros en casa,
dentro del mundo interpretado. Nos queda quizás
algún árbol en la loma, al cual mirar todos los días;
nos queda la calle de ayer y la demorada lealtad
de una costumbre, a la que le gustamos, y permaneció,
y no se fue. Oh, y la noche, y la noche, cuando el viento
lleno de espacio cósmico nos roe la cara:
¿Para quién no permanecería aquélla, la anhelada,
la tierna desengañadora, ahí, dolorosamente próxima
al corazón solitario? ¿Es más suave con los amantes?
Ay, ellos sólo se ocultan uno a otro su suerte.
¿Todavía no lo sabes? Arroja el espacio que abarquen
tus brazos hacia los espacios que respiramos; quizá
los pájaros sientan el aire ensanchado con un vuelo más íntimo.

Sí, las primaveras de veras te necesitaban. Varias
estrellas te pedían que las rastrearas. Se alzaba
en el pasado una ola hacia ti, o cuando pasabas
por una ventana abierta, se te entregaba un violín.
Todo esto era una misión, ¿pero fuiste capaz de cumplirla?
¿No estabas siempre distraído por la esperanza, como
si todo ello te anunciara a una amada?
¿Dónde intentas alojarla, si en ti los grandes pensamientos extraños
entran y salen, y con frecuencia se quedan durante la noche?.
Pero si sientes anhelos, canta pues a las amantes; no es,
en absoluto, suficientemente inmortal su famoso
sentimiento. Aquéllas que casi envidias, las abandonadas,
las encuentras mucho más amantes que las saciadas.
Empieza siempre de nuevo la alabanza siempre inalcanzable.
Piensa: el héroe sigue en pie, aun el ocaso fue para él
sólo un pretexto para ser: su último nacimiento.
Pero a las amantes la exhausta naturaleza las recoge
en su seno, como si no hubiera fuerzas para lograr esto
dos veces. ¿Has pensado lo suficiente en Gaspara Stampa,
y lo que puede sentir cualquier chica a quien el amado
abandonó, frente a tan elevado ejemplo de mujer amante:
¿Llegaré a ser como ella? ¿Estos, los más antiguos
dolores, no deberán, por fin, darnos fruto? ¿No es
tiempo ya de que, al amar, nos liberemos del amado y,
temblorosos, resistamos, como la flecha resiste al arco,
para ser, unidos en el salto, algo más que la sola
flecha? Porque el permanecer está en ninguna parte.

Voces, voces. Corazón mío, escucha, como sólo los santos
escuchaban; la enorme llamada los alzaba del suelo;
pero ellos seguían de rodillas, de modo imposible,
sin darse cuenta: de tal manera escuchaban. No
que pudieras soportar la voz de Dios, lejos de eso, pero
escucha el soplo, las noticia incesante que se forma
del silencio. Murmura hasta ti desde aquellos que han
muerto jóvenes. ¿Acaso su destino no se dirigió siempre
tranquilamente a ti, en Roma y Nápoles, cuando entrabas
en alguna iglesia? O una inscripción sublime se grababa
para ti, como hace poco la lápida de Santa María Formosa?
¿Qué quieren de mí? Debo apartar en silencio
la apariencia de injusticia que a veces estorba un poco
el puro movimiento de sus espíritus.

Realmente es extraño ya no habitar la tierra,
ya no ejercitar las costumbres apenas aprendidas;
a las rosas, y a otras cosas particularmente promisorias,
ya no darles el significado del futuro humano; ya no ser
aquél que uno fue en interminables manos angustiadas
y hasta hacer a un lado el propio nombre, como un juguete
roto. Extraño, ya no seguir deseando los deseos. Extraño,
ver todo lo que tenía sus propias relaciones, aletear
tan suelto en el espacio. Y estar muerto es doloroso,
y lleno de recuperación, de modo que uno rastree
lentamente un poco de eternidad. Pero todos los vivos
cometen el mismo error de diferenciar demasiado
tajantemente. Los ángeles (se dice) con frecuencia no
sabrían si andan entre los vivos o entre los muertos.
La corriente eterna arrastra siempre consigo todas
las edades a través de las dos zonas y atruena sobre ambas.

Finalmente ya no nos necesitan, los que partieron
temprano, uno se desteta dulcemente de lo terrestre, como
uno se emancipa con ternura de los senos de la madre.
Pero nosotros, que necesitamos tan grandes secretos,
nosotros que tan frecuentemente obtenemos del duelo
progresos dichosos, ¿podríamos existir sin ellos?
¿Es inútil el mito de que, en la antigüedad, durante
las lamentaciones fúnebres por Linos,
una atrevida música primitiva se abrió paso en la árida materia
inerte; y entonces, por primera vez, en el espacio
sobresaltado, en el que un muchacho casi divino de pronto
se perdió para siempre, el vacío produjo esa vibración
que ahora nos entusiasma y nos consuela y ayuda?

* * *

Segunda elegía

Todo ángel es terrible. Y sin embargo, ay, los invoco
a ustedes, casi mortíferos pájaros del alma, sé quiénes
son ustedes. Los días de Tobías, ¿dónde quedaron?,
cuando uno de los más radiantes apareció en el umbral
sencillo de la casa un poco disfrazado para el viaje,
ya no tremendo (muchacho para el muchacho,
que se asomó, curioso). Si ahora avanzara el arcángel,
el peligroso, desde atrás de las estrellas, un solo paso,
que bajara y se acercara: el propio corazón, batiendo
alto, nos mataría. ¿Quién es usted?
Tempranos afortunados, ustedes, los mimados
de la creación, cadena de cumbres, cordillera roja
del amanecer de todo lo creado -polen de la divinidad
floreciente, coyunturas de la luz, corredores,
escalones, tronos, espacios del ser, escudos
deliciosos, tumultos del sentimiento tormentosamente
arrebatado, y de pronto, individualizados, espejos,
ustedes, los que recogen nuevamente en sus propios
rostros, la propia belleza que han irradiado.

Porque nosotros, siempre que sentimos, nos evaporamos;
ay, nosotros nos exhalamos a nosotros mismos,
nos disipamos; de ascua en ascua soltamos un olor cada
vez más débil. Probablemente alguien nos diga: Sí,
entras en mi sangre; este cuarto, la primavera se llena
de ti..., ¿de qué sirve? Él no puede retenernos,
nos desvanecemos en él y en torno suyo.
Y aquellos que son hermosos, oh, ¿quién los retiene?
Incesantemente la apariencia llega y se va de sus
rostros. Como rocío de la hierba matinal se esfuma
de nosotros lo que es nuestro, como el calor
de un plato caliente. Oh, sonrisa ¿a dónde? Oh,
mirada a lo alto: nueva, cálida, fugitiva
ola del corazón; sin embargo, ay, somos eso. ¿Entonces
el firmamento, en el que nos disolvemos, sabe
a nosotros? ¿De veras los ángeles recapturan solamente
lo suyo, lo que han irradiado, o a veces, como
por descuido, hay algo nuestro en todo ello? ¿Estamos
tan entremezclados en sus facciones, como la vaga
expresión en los rostros de las mujeres preñadas?
Ellos no lo advierten en el torbellino de su regreso
a sí mismos. (¿Cómo habrían de advertirlo?).

Los amantes podrían, si lo comprendieran,
hablar extrañamente en el aire nocturno. Pues parece
que todo nos oculta. Mira, los árboles son; las casas
que habitamos permanecen todavía. Sólo nosotros pasamos
de largo sobre todas las cosas como un cambio
de vientos. Y todo se une para acallarnos, mitad
por vergüenza quizás, y mitad por esperanza indecible.

Amantes, a ustedes, satisfechos el uno en el otro,
les pregunto por nosotros. Ustedes, los que se aferran
a sí mismos. ¿Tienen pruebas? Miren, me ha ocurrido que
mis manos se reconozcan entre sí, o que mi rostro ajado
se refugie en ellas. Eso me da cierta sensación. ¿Pero
quién, sólo por eso, se atrevió a creer que de veras
es? Sin embargo ustedes, los que crecen el uno
en el arrobo del otro, hasta que él suplica, abrumado:
“Basta”; ustedes, los que crecen, bajo sus recíprocas
manos, más exuberantes, como años de grandes uvas;
los que mueren a veces, sólo porque el otro se ha
expandido demasiado; a ustedes les pregunto por nosotros.
Sé que se tocan tan dichosamente porque la caricia
retiene, porque no desaparece el sitio que ustedes,
los tiernos, ocupan; porque, debajo de todo ello, ustedes
sienten la duración pura. Ustedes, de sus abrazos,
por ello, casi se prometen eternidad. Sin embargo, cuando
ya se han sostenido el sobresalto de la primera mirada,
y ya ocurrieron las ansias junto a la ventana
y del primer paseo juntos, una vez, por el jardín:
Ustedes, amantes, ¿siguen todavía entonces siendo
los mismos? Cuando el uno alza al otro hasta su boca
y se unen -bebida con bebida-: ¡oh, de qué manera
tan extraña el bebedor entonces se escapa de su función!

¿No se asombraron ustedes, en las estelas áticas,
de la prudencia de los gestos humanos? El amor
y la despedida, ¿no fueron puestos demasiado
ligeramente sobre los hombros, como si se tratara
de seres hechos de otra materia que nosotros?
Recuerden las manos, cómo se posan sin presión, aunque
hay vigor en los torsos. Estos dueños de sí mismos
lo sabían: Hasta aquí, nosotros; esto es lo nuestro,
tocarnos así; que los dioses nos aprieten
con mayor fuerza. Pero eso es cosa de los dioses.
Si nosotros encontráramos también una pura, contenida,
estrecha, humana franja de huerto, nuestra, entre
río y roca. Pues nuestro propio corazón nos excede
tanto como a aquéllos. Y ya no podemos mirarlo
a través de imágenes que lo sosieguen, ni a través
de cuerpos divinos, en los que se contenga más.

De "Las Elegías de Duíno" 1922

Versión de Jaime Ferrero Alemparte

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La navidad es como ese poema de Bukowski en el que relata lo triste de la sonrisa de su madre: "sonríe, Henry, sonríe". Todo es más húmedo y frío en navidad cuando no tienes guantes. Intentas acudir a las cenas y citas familiares con una sonrisa y es la sonrisa más triste que jamás han visto nunca. Y si no sonríes te preguntan: "¿por qué no sonríes? Si es época de sonreír". A mí me revienta que haya una época de sonreír. Intento mantenerme firme, pero no puedo más que tiritar pensando en lo que viene. Sólo hay una época del año en la que los gritos y la culpa se multiplican por cinco. Sólo hay una época del año en la que siento miedo a parecerme a mis dobles. Y agarro mi humanidad lo más fuerte que puedo, pero se me escapa, es que se me escapa...

Aún recuerdo ese día en el que el amigo invisible de mi tía se gastó el dinero en alcohol. Luego vinieron los berridos, las amenazas, los animales y todo el Arca. Solucionó el tema con tres euros de golosinas, le dijo: "toma, tu regalo". Y todos contentos, y todos felices cantando villancicos, y yo parecía feliz también.

lunes, 20 de diciembre de 2010

¡Cuántas esperanzas teníamos en los números! ¡Cuánta belleza veía el médico cuando cogía el bisturí y abría por la mitad los cuerpos de las mujeres muertas! Esos riñones, esas vísceras, esos ojos en blanco y negro del siglo XIX. Todo lo que la ciencia no puede explicar es basura, sr. Vogler. Ni estética, ni metafísica, ni ética. El ser humano es un animal, un mono racional que coloniza tierras habitadas manchándose de su propia sangre. Ése es el verdadero sentido del Dios muerto, ¿y qué hay después? ¿acaso puedes ver algo sin tus ojos? ¿dónde está el artista que eres? Yo te lo diré: aprendiendo los valores de Belén Esteban. Esta vez ningún rey te sacará de pobre.

ene

han llegado de noche
esas mujeres con gusanos en las tripas,
bastos moratones

y sin aliento,

llevaban cinco días en la selva con extraños.

al primer puñetazo
todavía tenían confianza en el mundo.

¿cuándo deja un ser humano de ser humano
para pasar a convertirse en un cerdo chillando
en el matadero?

hay situaciones en las que lo único que queda
es carne aguantando dolor,

el cuerpo.

preferir la nada a lo que hay,
cuánto se ha criticado,
qué forma inhumana de juzgar voluntades:

lo que hay no siempre es aceptable.

domingo, 12 de diciembre de 2010

me apetece saber qué hay tras ese cigarro que te enciendes
mientras tenemos una conversación profunda
y ver los demonios de tu alma
más de cerca.

El circo (Leopoldo María Panero)

Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma.
                                                     Mi hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.

Poesía 1970 - 1985

sábado, 4 de diciembre de 2010

(Cualquier parecido con la realidad es meramente causal, quiero decir... casual).

Rubén e Ifi charlando mientras se toman unas birras.

R- Yo soy una persona muy normal. Nunca pienso demasiado y paso bastante de todo, nunca me complico la vida. Por ejemplo, el otro día hablé con tu amiga y sólo porque le parecí pesado, me mandó a tomar viento; pero sinceramente, ¿crees que me importa? Me da igual, qué quieres que te diga, me la suda bastante esa chica, ni siquiera la conozco. Es más, creo que todo fue culpa tuya por decirme que me presentara de esa manera, pero no me importa, de verdad. Lo he pensado y creo que eso que me dijiste que le dijera que el otro le dijo porque se lo habían dicho, la asustó. En fin, ¿y a mí qué?

I - Para darte igual, parece que has pensado mucho en ello, ¿no crees?

R- No, si a mí me importa un bledo, pero entiéndelo. Me parece curioso que primero me hable, luego no… pero en realidad, me resulta totalmente indiferente, todas las mujeres sois iguales.

I - ¿Ah, sí? ¿Y cómo somos?

R- Fácilmente volubles, criticonas, manipuladoras, os complicáis mucho la vida y pensáis demasiado, necesitáis siempre a alguien del sexo opuesto detrás de vosotras, no sabéis estar solas, os contradecís constantemente, os gustan las tostadas con mermelada y mantequilla… Podría pasarme todo el día contando vuestras virtudes, pero no me apetece malgastar más tiempo.

I - ¿Tú nunca te complicas?

R- No, yo nunca, ya te lo he dicho. Además, nunca voy detrás de nadie, ni nadie viene detrás de mí. Cuando tú vas, yo vengo y cuando tú vienes, me escondo. Tampoco suelo criticar sin razones. Quiero decir, si veo a alguien con un sombrero rojo, le critico; ¡pero es que el sombrero es rojo! ¿Qué quieres que haga?

I - ¿Y si esa persona cambia de sombrero?

R - Si un día tiene mal gusto, siempre lo tendrá, es matemático.

I - En realidad, a eso se le llama inducción y no es matemático. La vida, en general, no es matemática y mucho menos las personas.

R- Bueno, ¿y qué más da? Si cambia de sombrero y su sombrero no me gusta, le criticaré también.

I - ¿Y si un día esa persona se pone el sobrero que a ti te gusta? Entonces, ¿le criticarás?

R- También, porque entonces ya no será ella misma.

I - Pues si esa persona fuese yo, me joderían tus críticas, pero seguiría haciendo lo que me diese la gana. Uno tiene que hacer lo que quiere, a la mierda los demás.

R- Ah, pero te joderían mis críticas, eso demuestra tu debilidad. Como a mí todo me da igual, en especial lo que digan las mujeres…

I - Pues el otro día Ali me dijo que te comentó que no le gustabas y que no entendía lo que las demás veían en ti, y te pusiste como una furia.

R- Bueno, sí, pero me da igual. Es así de simple.

I -(Silencio y cara de circunstancias).

R- ¿Qué pasa?

I -¿A ti te gustan las tostadas con mermelada y mantequilla?

R- Sí, me encantan, ¿por?

(en)FIN

morgue

Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas, por lo general llegan tan demacrados que nadie les reconoce, así que me divierto viendo cómo sus familias lloran desconsoladas la pérdida de completos desconocidos. Al fin y al cabo, están muertos, no puedo hacer daño a nadie, la gente llora por trozos de carne sin vida, lo hipócrita es no aceptarlo. Mientras vuelvo de camino a la morgue, enciendo un cigarrillo y me pregunto si aquella anciana no estaría venerando en realidad la tumba del asesino de su nieta. Mi conciencia está tranquila, pero un escalofrío recorre mi espalda.


el plan

a los dos nos gusta pensar
que hay algo romántico
donde no lo hay,

creer que estamos aquí
porque el destino así
lo ha decidido,

la vida a veces
nos saca la lengua
y se divierte a nuestra
costa,
otras nos muerde.

no sé de qué mar
te has escapado,
ni si tienes radar
para la locura,
pero de momento
te voy a abrir
alguna puerta
sin quitarme el vestido.

si voy a tirarme
a tu piscina,
espero que haya agua.

ese es el plan.

Violencia (Roger Wolfe)

Mi hija (año y medio) procuramos que nos vea
en los momentos buenos o mejores:
cuando nos abrazamos y besamos,
cuando las cosas discurren con lisura y eficacia,
cuando no hay gritos ni vajilla amenazada,
cuando nuestro roce cotidiano es fluido
y no hay asperezas que nos hagan estallar.
Es obvio que lo otro –lo regular, lo malo, lo peor–
también lo ve, y lo oye; pero creo
que después de todo
no nos las arreglamos
demasiado mal.
Es alegre, nuestra hija; y no hay foto ni momento
en que no sonría.
Le ha dado, quizá por todo ello,
por abrazar a otros críos cuando los ve.
Se lanza sobre ellos, los envuelve
con los brazos y les planta un beso en la mejilla.
A cambio de sus esfuerzos ya le han dado
algún que otro tortazo.
Delante de los ufanos padres en cuestión.
Y ayer llegó, a modo de confirmación definitiva,
la guinda del patrón de conducta habitual:
una niña, algo mayor que ella,
al verla repartir sus holas y sus besos
entre un grupo de críos,
se volvió hacia un niño y le susurró en voz baja:
«Esta niña es tonta.»

Me hubiera gustado
estamparle la jeta en el asfalto.
Y a sus progenitores
machacarles luego la cabeza.

Pero a eso
lo hubieran llamado
violencia.

El arte en la era del consumo, 2001

Informe SÉNECA/SICUE

(Esto es lo que entregaré mañana al hombre erasmus)

Me piden que describa mi estancia en Madrid en menos de un folio. Madrid es una ciudad grande infestada de gente que tiene botones por ojos. No saben mirar más allá de sus propios pies. Al principio me sentí sola entre tanto capullo.

En invierno hacía tanto frío que las manos se me agrietaban. Llegué a la facultad de filosofía uno de esos días horribles. Esa noche había soñado que era inmensamente rica y me bañaba en una piscina climatizada en la que se podía nadar a una temperatura idílica. Parecía un sueño muy real. Luego me desperté. Eso fue exactamente lo que sentí cuando vi por primera vez el edificio donde iba a estudiar. Desasosiego. Incomodidad. Frío.

Me compré un abrigo. Es curioso, me acabé acostumbrando al frío de Madrid gracias a Rumanía. Irina y Andrada. Cuando ellas regresaron a su país, perdí mi abrigo y tuve que salir a buscarlo al bar de la esquina. Hugo y Rubén.

Mucho después comencé a relacionarme con gente de dentro de la facultad. Había un chico oscuro con cara de pocos amigos que en un futuro será el mejor filósofo del Campus (seguramente ya lo sea). Alberto.

Cervezas, tizas de color morado, la Plaza Mayor, Francis Bacon, Nietzsche, los Beatles del profesor Pardo, Blanchot y el derecho a la muerte, Raúl y Pía, noches llenas de humo, una habitación caótica, Ron con Fanta de limón (asqueroso y vomitivo), Bukowski, un cine pequeño, la Gran Vía, el café Libertad, una escultura viva.

Muchos sobresalientes, algún notable, pocos aprobados. Cero suspensos.

Me piden que describa mi estancia en Madrid en menos de un folio. Es ridículo.

COOL: La insólita vida de Dafne y los modernos

DAFNE Y JUNE. COMPAÑERAS DE PISO.

1.

D - Patatas, queso, leche, macarrones, pimienta, tomate frito y pan, ¿qué te parece?

J - Verás, a los once años tuve mi primera experiencia sexual con mi primo Ernie, mientras jugábamos a los médicos me dio unos golpecitos en la rodilla muy agradables, se me erizó el vello sobremanera. A los doce tuve mi primera relación sexual con un chico homosexual, a los trece con una chica heterosexual y a los catorce, después de jugar al Twister con mi tía Peggy, tuve sexo con el primer muchacho heterosexual que conocí. Era policía y me quitó una multa del coche. Por ello (por lo de la multa) me considero bisexual, pero también lesbiana, heterosexual, homosexual, andrógina y hermafrodita. Yo soy gay, mi show es gay y mi público es gay.

D - Ehmmm… yo sólo te preguntaba qué te parecía la lista de la compra…

J - Oh, eso… El tomate puede llegar a ser un complemento realmente excitante. Creo que es afrodisíaco. Nietzsche lo usaba cuando escribía sobre el instinto dionisiaco, cuando hablaba sobre el apolíneo sólo compraba coles.


DAFNE Y JUNE. COMPAÑERAS DE PISO.

2.

D - ¿Esa de la foto eres tú?

J - Sí.

D - Estás desnuda…

J - Sí, ¿te gusta? Es una obra de arte.

D - ¿Quién lo dice?

J - No es algo que se diga, es un sentimiento que florece del alma de cada artista, como una brisa marina chocando contra un cachalote, ¿entiendes?

D - No, ¿dónde la vas a colgar?

J - En el baño.

D - No quiero verte desnuda mientras estoy cagando.

J - Pues a tu novio no le parece mal.



DAFNE Y ARTURO. PAREJA ENAMORADA.

3.

D - Cariño, esa chica te ha tocado el culo.

A - No te preocupes, es lesbiana.

D - Esa otra te acaba de pellizcar los pezones.

A - No te preocupes, cariño, es lesbiana.

D - Oye, ¡esa te ha dado un pico!

A - Pero ¡si es lesbiana! ¡tranquilízate!

D - ¿Le has tocado las tetas?

A - Lesbiana.

(Dos años después. Se produce un encuentro fortuito en la calle.)

A - ¡Dafne! ¿Eres tú?

D - ¡Arturo! ¡Qué sorpresa! ¿Cómo estás? ¿Qué tal te va?

A - Después de que lo dejásemos, vagué durante días (cinco) por los pubs, bebía absenta azul durante el día, aullaba cantos celtas durante la noche y bailaba la polca a un ritmo esquizofrénico. Créeme, me dejaste destrozado. Después leí a Heidegger y bueno, ya sabes… nada volvió a ser igual.

D - Vaya, lo siento, pero ya estás mejor, ¿verdad?

A - Sí. Oh, mira, ahí viene Kass.

D - ¿Quién es Kass?

A - Kassandra, mi nueva novia, ¿te he dicho ya que es lesbiana?


DAFNE Y JUNE. COMPAÑERAS DE PISO.

4.

J - Oye, Dafne, ¿no te gusta Scarlett Johanson?

D - Ni me gusta, ni me disgusta, hace papeles mediocres, lo que pasa es que está de moda y le dan mucho bombo.

J - Pero digo, físicamente.

D - Bueno, sí. Es bastante guapa.

J - ¿Te la beneficiarías?

D - ¿Qué?

J - Si te la follarías, ¿trinking?

D - No, me gustan los chicos, pero aunque quisiese probar sexo con una tía, tendría que gustarme mucho la chica con la que estoy en bastantes sentidos, así que creo que no…

J - Pues yo sí, haría con ella un quinteto. Seríamos ella y yo, pero también un negro de polla increíble, un anciano de barba blanca para sentirnos como colegialas y un cuarentón de perilla castaña.

D - Y supongo que los camellos también participarían.


DAFNE, ARTURO Y JUNE.

5.

J - Arturo, tu novia es una antisocial.

A - Sí, no le gusta mucho la gente. El otro día le comenté si se quería venir a la fiesta de chicas disfrazas de leopardo porque iban a estar también unas amigas y me dijo que no, ¿te lo puedes creer?

J - Increíble, ¡con tantas chicas que irían!

(Aparece Dafne en escena)

D - ¡Hey, chicos! He quedado con Carlos para tomar algo en el café de abajo, ¿os venís?

A - Preferimos ver la tele.


DAFNE Y ARTURO. PAREJA ENAMORADA.

6.

A - Hoy estoy realmente cansado, ayer ya salí. Dafne, no voy a poder aguantar la fiesta de esta noche. Deberíamos irnos, ¿no crees?

D - Bueno, yo no estoy cansada…

CHICA 1 - ¡Hey, Arturo! ¡Qué guapo estás! ¿Te vas a venir hoy de fiesta?

A - Pues… no lo sé… Creo que no, es que… Dafne está reventada.

D - ¿Cómo?

A - Pobrecilla, mírala, no sabe ni lo que dice. Está muy cansada y además, es anémica.

D - Pero yo no…

CHICA 1 - Bueno, Dafne, pues quédate tú en casa y nos vamos Arturo y yo de fiesta (risas)

A - No, mujer, no… Yo jamás dejaría sola a Dafne.

CHICA 1 - Desde luego, eres un trozo de pan, Arturo. No te quejarás, Dafne...

El beso (Gustav Klimt)

la plata

tiembla extranjera,

has llegado a tu tierra
y solares bañados en sangre de plata
te reciben reclamando tu cuello,
una oleada de metal y paredes derruidas
decoran las calles de pobreza.

suena el timbre del horror,
abre la puerta y verás:
verás qué dientes te esperan,
qué vacío al entrar a casa.

mira eso, mamita,
un desconocido en la caseta
su aliento de perro arrima
con su hocico rancio
y esas manos hostiles
que te saludan el bolso
mientras incómoda esperas
la llegada del cielo aciago,

pero el cielo
no llega a las tierras perdidas:

donde antes había huerta
ahora hay humo y almas.

tiembla extranjera,

los efebos quieren enseñarte
cómo se esparce el barro en las oquedades
mientras apagan sus colillas en tus senos,
niños con navajas
y mártires que desfloran sus bocas
en esta primavera congelada,
- ¿de dónde vienes, extranjera?
- de mi tierra vengo,

pues bienvenida a la plata, hija de puta.

brujas y niños

Apenas se oye nada en el jardín de los cerezos, una mujer barriendo el hinojo canta sus celos y cuatro ojos la observan desde la casa de Gretel. La bruja de las siete lenguas ha roto a llorar ginebra al ver a los niños felices: crueles alimañas come azúcar, sucios pies rompe zapatos, ¡devolvedme mi escoba! Los dos juntos desde la ventana de algodón ríen sin pausa con dientes de aguja, el niño saca la lengua metiéndola en el ladrillo de menta, alzan el pañuelo rojo para despedirse. En el cementerio de la cebada se muere de pesar una mujer sin escoba: ya no barre el hinojo, ya no canta sus celos. Los niños han crecido, perversos ríen tras el castillo de huesos.

martes, 30 de noviembre de 2010

Ayer soñé que estábamos en una autopista y me llevabas con tu moto hacia una casa que tenía en un pueblo imaginario que se parecía mucho al pueblo donde veraneo. No creo que tengas moto, ni que tengas una chupa de cuero, pero a decir verdad te sentaba muy bien. Me acuerdo de que conducías tú, pero yo iba delante. Al principio ibas despacio y se podía ver un paisaje triste desde la autopista, del día gris y los pueblos industriales a lo lejos; pero conforme empezamos a llegar al pueblo acelerabas y acelerabas, cada vez más. Cuando ya estábamos dentro, empecé a sentir miedo y te dije que redujeses un poco la velocidad, no me hiciste caso. Te cambiaste de carril, teníamos los otros coches de frente, parecía que íbamos a la velocidad de la luz y cuando estábamos apunto de chocarnos con el primero de ellos, la transpasmos y logramos esquivarlo. Te pregunté cómo lo habías hecho, "pensamiento mágico", respondiste. Y así hiciste con todos ellos. Al principio tenía tanto miedo que me tapaba la cara, luego empecé a disfrutarlo, veía cómo nos acercábamos a los coches que teníamos de cara hasta la muerte, y luego aparecíamos en otro punto de la carretera, así sin más. Sólo te detuviste cuando llegamos a la calle donde estaba mi casa -una casa de pueblo, azul, con un balcón de geranios-, la moto patinó y te eché un poco la bronca al bajar; pero al fin y al cabo estábamos vivos, y el viaje y los instantes de emoción me habían hecho sonreír y ya no estaba triste, ni enfadada. Nos fuimos a despedir con dos besos, pero me cogiste la cara, me dijiste algo que no recuerdo y me diste otro tipo de beso, bastante real para un sueño tan absurdo. Después pasaban otras cosas, nos pillaba mi madre, que te había visto correr demasiado y despedirnos así, y no le hacía mucha gracia. Intentabas convencerla de que eras un buen tío, y realmente lo eras, así que yo te defendía y te cogía de la mano. Y después me he despertado un poco agitada y algo extrañada, con el ceño fruncido y una ceja levantada, y he dicho: "joder..." 

jueves, 25 de noviembre de 2010

y griega

sin los otros no hay monstruos ni personas.

el extraño junto al fresno en la calle más estrecha del delirio
me mira con sus negras pupilas dilatadas sin fondo,

yo siempre agacho la cabeza para no devolverle el gesto
y un escalofrío me recorre la piel cuando paso junto a sus ojos
y los de los otros,

pero él siempre permanece allí esperando,
acechante y maldito,

a veces me gustaría gritarle que me deje tranquila, que dejen de
mirar,
que voy a encerrarme en una habitación sin puertas para aislarme
de sus inquisidores pozos lodazales y pensar,

y así saber quién soy.

y lo he intentado,
pero aún así esos raros llegan hasta a mí y cuando salgo de allí todavía estoy más
perdida y desorientada

y no reconozco ni mis propios pies.

y en el fondo sé que la respuesta está en los otros, en ese repulsivo extraño
con cabeza de búho,

pero cuando paso junto al fresno mi angustia es tal que no consigo
mirarle.

Pescadores en el mar (Turner)

Quise (Ángel González)

QUISE                          
                                           
                                              A Susana Rivera

Quise mirar el mundo con tus ojos
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Una sonrisa para recordar (Charles Bukowski)

A SMILE TO REMEMBER

we had goldfish and they circled around and around
in the bowl on the table near the heavy drapes
covering the picture window and
my mother, always smiling, wanting us all
to be happy, told me, "be happy Henry!"
and she was right: it's better to be happy if you
can
but my father continued to beat her and me several times a week while
raging inside his 6-foot-two frame because he couldn't
understand what was attacking him from within.

my mother, poor fish,
wanting to be happy, beaten two or three times a
week, telling me to be happy: "Henry, smile!
why don't you ever smile?"

and then she would smile, to show me how, and it was the
saddest smile I ever saw

one day the goldfish died, all five of them,
they floated on the water, on their sides, their
eyes still open,
and when my father got home he threw them to the cat
there on the kitchen floor and we watched as my mother
smiled


UNA SONRISA PARA RECORDAR

teníamos peces dorados y daban vueltas y vueltas
en la pecera sobre la mesa, junto a las cortinas pesadas
que cubrían el dibujo de la ventana y
mi madre, siempre sonriendo, queriendo que todos
fuéramos felices, decía: “sé feliz, Henry”
y tenía razón: es mejor ser feliz si
puedes
pero mi padre seguía golpeándonos a ella y a mí varias veces a la semana mientras
el odio crecía dentro de su metro ochenta de estatura porque no podía
comprender lo que le atacaba desde dentro.

mi madre, pobre pez,
queriendo ser feliz, golpeada dos o tres veces
a la semana, diciéndome que fuese feliz: 'Henry, ¡sonríe!
¿porqué nunca sonríes?”

y entonces ella sonreía, para mostrarme el modo, y era la
sonrisa más triste que jamás he visto

un día los peces murieron, los cinco
flotaban en el agua, de costado, sus
ojos aún abiertos,
y cuando mi padre llegó a casa, se los tiró al gato
allí sobre el suelo de la cocina y me quede mirando como mi madre
sonreía

[ralea]

Es cierto eso que nunca me has dicho
de que no se puede ser más patética,
casi puedo oír las risas desde tu cielo
y tus pensamientos de ángel terrible
atormentándome como el eco de un trueno:
"ahora te voy a dar lo que te mereces";
porque tú ejerces ese poder sobre mí,
me escupes leyes arbitrarias al oído
y te yergues con tu implacable divinidad
atisbando mi rostro desde tu indiferencia
para insinuar que jamás seré salvada;
me enseñas los colmillos desde tu azotea,
te burlas de mis dedos, de mi carne,
de las ganas que tengo de calor humano;
y yo tiemblo de miedo, te sonrío y castañeo,
ya ves qué hipócrita serpiente te sisea;
en los jardines de hiedra nada un olor a azufre
y ya no quedan frutos con los que pecar,
aquí, entre estas cuatro paredes venenosas
estoy muy lejos de que alguien me toque.

jota

aquel es el lugar
donde siempre quise morir.

con sus grandes avenidas
donde cuesta dar pasos pequeños
y sus horribles carteles dibujando su cielo,
allí la muchedumbre te empuja como los ríos:
hacia el final.

soy una infiel a mi patria
y siento orgullo al llamarme proscrita,

cuánto gané
en aquella tierra que nunca me dio nada.

la vida necesita sus espacios.

zeta

llevo mucho tiempo apoyándome
en espaldas ajenas,

en el parque de los indeseables
han ahogado a un perro

y no han sentido vergüenza.

yo nunca paseo sola,
siempre hay alguien que me lleva de la mano.

mis ojos son dos úlceras.

sólo se aburren los mediocres,
ya no recuerdo quién soy
ni si alguna vez he sido.

el asfalto no deja de agobiar,
los críos gritan bajo el sol orgullosos
de sus navajas]

y está ese perro muerto,

nada nuevo,
de todo eso soy culpable.

me he vuelto a refugiar
en los cordones de tus zapatos.

efe

ya vienen.

después de dos años
felices
o quizás sólo
rutinarios.

se las ve temblando
más allá del horizonte.

una a una
van llegando
y dando forma
a otro paraíso

o quizás sólo
a otro pequeño infierno.

me llevaron sonámbula
hasta el alféizar de mi ventana
muchas noches,

¿cómo no voy a quererlas
tanto como las odio?

bienvenidas,
dejad que os acune,

mis hermosas y tristes flores.

eme

brindemos por ti y por tu racionalidad.

hoy hace un frío de grietas que congela
hasta a los jardines.

tus palabras están en venta,

puedes medir mi belleza
dejando márgenes de error.

nada falla en tu sistema matemático.

-mi memoria es ya lo único
que queda de ti-

paseas por la calle bailándome,
la luna nos sonríe menguante,

parecemos felices.

te has creído lo que te has inventado,
brindemos.

yo también.