I - Hola Dios.
D - Hola Isa. ¿Cómo tú por aquí? Raras veces vienes. Eres de las personas más ateas que conozco.
I - Lo sé, tampoco te creas que ahora pienso que eres tú. Probablemente eres yo hablando conmigo misma.
D - Probablemente. ¿No te da miedo lo que piensen los demás sobre esto?
I - Un poco, por eso esta nota no es pública. O eso creo, pero si lo es, ¿qué más da? Los demás han pensado esto muchísimas veces aunque digan que no y si no lo reconocen es porque no saben ver dentro de sí mismos. Parece una locura, pero es lo más normal del mundo hablar contigo cuando una está jodida.
D - ¿Qué te pasa?
I - Las bromas estas que me gastas, que no son normales. ¿Sabes lo doloroso que es? ¿Sabes cuánto sufro? Hasta hace poco pensaba que el sufrimiento era una sensación, flor de un día. Pero no, el sufrimiento es un momento, y en el sentido del que tú sabes que estoy hablando he sufrido más que por enfermedades físicas, he sufrido más que por humillaciones y he sufrido más que por soledad.
D - Vaya, sí que es importante. ¿Por qué no te habías dado cuenta antes?
I - Porque es ahora cuando soy más consciente de ello, porque es ahora cuando lo tengo claro. Lo veo transparente como el agua. No sólo lo miro pensando en el pasado, lo miro pensando en el presente y hacia el futuro.
D - ¿Crees que me gusta ver sufrir a mi creación?
I - No, creo que eres un cachondo con un sentido del humor un poco oscuro.
D - Bueno Isa, ¿por qué has venido realmente?
I - Ya lo sabes, tú lo sabes todo.
D - Lo sé todo, y sin embargo, no hago más que preguntar.
I - He venido para pedirte algo.
D - ¿Qué es lo que quieres?
I - Quiero que se me vea y que me quieran por lo que soy. Quiero que se reconozcan mis huevos y mis ganas de vivir, y se me critique menos por las cosas que no importan. Quiero que se vea que no me arrepiento de algunas cosas como de haber estudiado filosofía, que es de las mejores cosas que he hecho en mi vida y no importa si esa decisión fue más pasional que racional. Quiero que se vea que sí me arrepiento de otras, y que jamás las volvería hacer porque aprendo y porque ahora las cosas son muy diferentes para mí. Quiero que se vea tras mi vergüenza y mi timidez, pero que acepten mi vergüenza y mi timidez. Quiero vivir rodeada de cariño, no digo sin problemas, que los problemas vienen solos. Quiero que me digan que sí he enseñado cosas valiosas, que piensen en ello. No quiero dormirme en los laureles, ni que se duerman conmigo. No quiero ser dependiente de nadie. Lo que yo quiero es que cuando le diga a alguien que hay cosas que no había hecho hasta ahora por nadie o lo especial que es para mí, no se sienta mal y huya despavorido. No me importa que no haya simetría, pero al menos, un tacto. Pero es que, Dios, no me das ni el mínimo, y tú y yo sabemos en qué canción estoy pensando. ¿Cómo acabará esto?
D - Acabará pronto, como todas las vidas.
I - ¿Me darás lo que quiero por una vez?
D - Sí.
I - Sé que probablemente no sea así, pero gracias, ahora me siento mejor.
D - ¿Quieres escuchar algunos chistes?
I - Vale.
D -La eternidad se hace larga, sobre todo al final.
Morir es como dormir, pero sin levantarse a hacer pis.
No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior.
Sigo preguntándome si hay vida después de la muerte. Y si la hay, ¿Le cambiarán a uno un billete de veinte pavos?.
¿Existe el infierno? ¿Existe dios? ¿Resucitaremos después de la muerte? Ah, no olvidemos lo más importante: ¿Habrá mujeres allí?
¡Si sólo Dios me diera una señal clara!… como depositar a mi nombre una enorme suma de dinero en un banco suizo.
Hay peores cosas en la vida que en la muerte. Si has pasado una tarde con un vendedor de seguros sabes a lo que me refiero.
I - Ehm... Escucha Dios, ¿esos chistes no son de Woody Allen?
D - ¿Y qué? ¿Acaso no son geniales?
D - Hola Isa. ¿Cómo tú por aquí? Raras veces vienes. Eres de las personas más ateas que conozco.
I - Lo sé, tampoco te creas que ahora pienso que eres tú. Probablemente eres yo hablando conmigo misma.
D - Probablemente. ¿No te da miedo lo que piensen los demás sobre esto?
I - Un poco, por eso esta nota no es pública. O eso creo, pero si lo es, ¿qué más da? Los demás han pensado esto muchísimas veces aunque digan que no y si no lo reconocen es porque no saben ver dentro de sí mismos. Parece una locura, pero es lo más normal del mundo hablar contigo cuando una está jodida.
D - ¿Qué te pasa?
I - Las bromas estas que me gastas, que no son normales. ¿Sabes lo doloroso que es? ¿Sabes cuánto sufro? Hasta hace poco pensaba que el sufrimiento era una sensación, flor de un día. Pero no, el sufrimiento es un momento, y en el sentido del que tú sabes que estoy hablando he sufrido más que por enfermedades físicas, he sufrido más que por humillaciones y he sufrido más que por soledad.
D - Vaya, sí que es importante. ¿Por qué no te habías dado cuenta antes?
I - Porque es ahora cuando soy más consciente de ello, porque es ahora cuando lo tengo claro. Lo veo transparente como el agua. No sólo lo miro pensando en el pasado, lo miro pensando en el presente y hacia el futuro.
D - ¿Crees que me gusta ver sufrir a mi creación?
I - No, creo que eres un cachondo con un sentido del humor un poco oscuro.
D - Bueno Isa, ¿por qué has venido realmente?
I - Ya lo sabes, tú lo sabes todo.
D - Lo sé todo, y sin embargo, no hago más que preguntar.
I - He venido para pedirte algo.
D - ¿Qué es lo que quieres?
I - Quiero que se me vea y que me quieran por lo que soy. Quiero que se reconozcan mis huevos y mis ganas de vivir, y se me critique menos por las cosas que no importan. Quiero que se vea que no me arrepiento de algunas cosas como de haber estudiado filosofía, que es de las mejores cosas que he hecho en mi vida y no importa si esa decisión fue más pasional que racional. Quiero que se vea que sí me arrepiento de otras, y que jamás las volvería hacer porque aprendo y porque ahora las cosas son muy diferentes para mí. Quiero que se vea tras mi vergüenza y mi timidez, pero que acepten mi vergüenza y mi timidez. Quiero vivir rodeada de cariño, no digo sin problemas, que los problemas vienen solos. Quiero que me digan que sí he enseñado cosas valiosas, que piensen en ello. No quiero dormirme en los laureles, ni que se duerman conmigo. No quiero ser dependiente de nadie. Lo que yo quiero es que cuando le diga a alguien que hay cosas que no había hecho hasta ahora por nadie o lo especial que es para mí, no se sienta mal y huya despavorido. No me importa que no haya simetría, pero al menos, un tacto. Pero es que, Dios, no me das ni el mínimo, y tú y yo sabemos en qué canción estoy pensando. ¿Cómo acabará esto?
D - Acabará pronto, como todas las vidas.
I - ¿Me darás lo que quiero por una vez?
D - Sí.
I - Sé que probablemente no sea así, pero gracias, ahora me siento mejor.
D - ¿Quieres escuchar algunos chistes?
I - Vale.
D -La eternidad se hace larga, sobre todo al final.
Morir es como dormir, pero sin levantarse a hacer pis.
No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior.
Sigo preguntándome si hay vida después de la muerte. Y si la hay, ¿Le cambiarán a uno un billete de veinte pavos?.
¿Existe el infierno? ¿Existe dios? ¿Resucitaremos después de la muerte? Ah, no olvidemos lo más importante: ¿Habrá mujeres allí?
¡Si sólo Dios me diera una señal clara!… como depositar a mi nombre una enorme suma de dinero en un banco suizo.
Hay peores cosas en la vida que en la muerte. Si has pasado una tarde con un vendedor de seguros sabes a lo que me refiero.
I - Ehm... Escucha Dios, ¿esos chistes no son de Woody Allen?
D - ¿Y qué? ¿Acaso no son geniales?
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